Por Osvaldo Boscacci
Desde que el fútbol es fútbol existen los arbitrajes. Y desde que existen los árbitros existen los cuestionamientos. Pero lo que está pasando últimamente excede el marco de una lógica razonable. En algunas ligas más que en otras pero en líneas generales los cuestionamientos a los arbitrajes han ido en aumento. Por estos tiempos, un aumento grosero. Y el VAR, en vez de traer soluciones hizo, está haciendo, su aporte a la confusión general.
Es cierto que hoy la televisión se ha transformado en un VAR patrimonio de todos los espectadores. Cualquier jugada polémica se ve hasta el cansancio y se alzan voces, generalmente, contra la decisión arbitral. Hay excepciones. Pocas. La gente en general, el fanático en particular, ve la decisión del juez con los ojos de su camiseta. Si favorece a mi equipo se justifica con cualquier argumento, si nos perjudica cambia la óptica. Esto no creo que sea materia de discusión, lo que sí es opinable es la tendencia a favorecer a los clubes grandes. Los errores de los referis en gran medida, en altísimos porcentajes y sin importar la geografía favorecen a los equipos con más historia. Los condicionamientos que sufren los árbitros son evidentemente muy fuertes, desde la prensa, hasta la gritería de los fanáticos pasando por la presión que “mandan” desde su sitio los directores técnicos es demasiado para un hombre que tiene que tomar decisiones a primera vista y en dos segundos. Y esta columna no es una defensa de los árbitros, en todo caso, busca poner la cosa en su justa perspectiva. Sabido que criticar es muy fácil y más aún cuando se tiene ventaja, porque qué otra cosa es mirar una jugada diez veces y después criticar al que tuvo que tomar la decisión a primera vista y en un par de segundos. Es trampa. Eso es trampa.
Encontrar la solución no es tarea sencilla sobre todo si partimos de la base que el error arbitral está incluído en el paquete de un partido de fútbol y obviar la presión que hace que esos inevitables errores tiendan a favorecer a los poderosos ya es tarea para el sicólogo. Desde acá uno puede pedirle a los estrategas que aflojen un poco, que se les ve la costura cuando critican tanto a los arbitrajes y tienen la esperanza de justificar así malos resultados o malos planteos tácticos que llevan a una derrota o que quienes tienen la autoridad necesaria castiguen como corresponde a quienes hace méritos para ser castigado. Y a la prensa también, una suerte de invitación a la reflexión para no seguir con el tachín tachín contra los jueces y hecha esta invitación con toda la humildad del mundo.
Una última cuestión, ¿el error vive solo o cohabita con la deshonestidad? ¿Quién garantiza que en un mundo corrupto los árbitros de fútbol son intachables?. Que cada uno responda de acuerdo a su criterio.